Ayer me tomé la última cerveza en el bar de Uti, la última de verdad, esta nochevieja echará el cierre definitivamente y, venda o no, no volverá a esperarnos detrás de la barra.
Fue una sorpresa y la acogimos casi íntimamente, después del entrenamiento menos concurrido de los últimos cinco años, únicamente Alex y yo pudimos ser testigos de los últimos tercios y las últimas raciones servidas por Uti a la Familia Monster. No hubo nada especial, la noche transcurrió tranquila entre las mismas bromas de siempre, y no sacó el jamón bueno ni tenía preparada ninguna paella..., sólo al final, y ante mi insistencia, nos puso una ración de ese queso curado que tanto gustaba a Pozo como acompañamiento del poker, eso sí, nos invitó a la última, y aunque no quiso acompañarnos tomando nada (profesional hasta el último día), terminamos viendo fotos de años atrás, cuando apenas andaba abriendo el bar y se marchaba a Copacabana a correrse su última gran juerga, y despidiéndonos con un sentido abrazo fuera de la barra.
Echaremos de menos a nuestro peculiar émulo de Ferrán Adriá, el único chef del hemisferio norte (y seguramente también del sur) capaz de fusionar en un mismo plato un estofado de carne, debidamente macerado en su propia salsa durante al menos tres días, con las sobras de un bonito con tomate de “anteayer”, y servírnoslo sin complejos después de unos minutos en el microondas. Los más aficionados al golf echarán de menos sus albóndigas, los más aventureros, su tortilla de patata, los aficionados a la arqueología, sus croquetas, y todos sin excepción, su chistorra con patatas..., aunque lo que de verdad echaremos en falta, será su aguante y su paciencia con nuestras bromas, tendremos que buscar otra víctima de ellas y otra sede para las partidas de poker, en las que podremos echar la vista atrás, y recordar con cariño las manos enormes de nuestro viejo anfitrión o anécdotas irrepetibles como ese magnífico swing de Vitín, estampando el bote de la sacarina en la pared de Las Viñas...
Nunca nos sirvió un plato de alta cocina ni creo que ninguna de sus tapas merezca una crítica de altura como la que Isra nos regaló la semana pasada con ocasión del Cocido del Sr. Rubio, pero aun así, ninguno tendrá malas palabras para el rabo de toro o la paella de los domingos y le echaremos de menos. Como alguno ha dicho y todos pensamos, sus años aguantándonos, bien se merecen un homenaje y casi un acto de desagravio, que, a fin de cuentas, los jueves en Las Viñas, nosotros éramos los reyes..., y sus tapas serían como fuesen (y sus botellas de tónica también, Jesús), pero tapas eran y, si es cierto lo que cuentan, la tapa es eso, un placer de reyes, originado y casi inventado por uno de ellos, Alfonso X "el Sabio", quien tras una enfermedad en la que el médico le prescribió copas de vino entre horas como remedio (benditos médicos los de entonces), decidió acompañar cada una de ellas con un bocado para evitar según que efectos secundarios, y tanto le gustó la solución, que dispuso que todos los mesones de Castilla acompañasen el vino con una tapa a tal efecto. Tradición seguida y cultivada por Don Eutiliano para con nosotros.
Hasta siempre Uti.
2 comentarios:
Que pena coño. Solo espero que a él no le de tanta y le sirva para descansar y vivir como se lo merece alguien que tiene tantos años de esfuerzo a la espalda.
Yo lo echaré de menos y eso que han sido pocas las ocasiones comparado con el resto.
Larga vida a Uti!!
Da pena, pero me alegro por él, ese bar sin humo iba a ser una ruina...
Es una lástima porque si le hubieran dado su merecida estrella michelín no habría tenido que cerrar y se habría podido traspasar guapamente...
Habrá que ir haciendo prospección...
Publicar un comentario