Este mes de febrero, después de
casi dos años y una segunda operación, he vuelto a jugar dos partidos oficiales
de nuestra Familia Monster, partidos que, a pesar de ello, hemos ganado. Este
retorno, además de para volver a escribir en este blog, me ha servido para
jugar por primera vez (sin contar nuestros rigurosísimos y exigentes entrenamientos
de los jueves), con una de las últimas adquisiciones de los Monster, Don Julio
Touza, y, por primera vez en una década, con uno de los mejores regresos del
equipo, Don Petko Petrov “Pesho”.
Por supuesto, ha sido un placer
hacerlo, al igual que ha sido un placer jugar con todos y cada uno del resto de
los monsters pero, hablando de ellos, puedo apuntar dos cosas, del primero, que
adolece del mismo defecto que me aqueja a mí, que no es otro que ser mucho más
eficaz en los entrenamientos que en los partidos, yo ya tengo poco remedio, la
verdad, pero él debería superarse y, demostrar que, como dicen algunos, se
juega igual que se entrena ¡Qué coño! Que en los juegos municipales también
tienen que tragarse esos ganchos y esas entradas a la remanguillé que sufrimos
en el Samaranch cuando nos toca en el equipo contrario. De “Pesho”, decir
únicamente que, a pesar del tiempo y de haber reducido algún que otro metro su
rango de tiro, sigue siendo el mejor de los nuestros (ah, y que echamos de
menos a su intérprete, que era bastante más locuaz que él).
Del resto, constatar que fue un
placer encontrar a Don Eduardo “la Bomba” de visita por Madrid, aunque
echásemos de menos alguno de sus tímidos tiros a canasta (siempre en mi equipo,
Edu). Decir que fue un lujo encontrarme en el segundo partido con Rami y Cesco
empezando el partido junto a mí en el banquillo, con lo que ello supone para
los Monsters: tener un equipo en el que dos jugadores de ese nivel empiezan en
el banquillo es equivalente a tener en la NBA a Toni Kukoc o Manu Ginobili de
sexto hombre, pero en este caso, por partida doble. Seguir maravillándome
también de que un equipo con un promedio de edad de casi 48 años, siga, no sólo
compitiendo, sino ganando con solvencia a chavales con 20 y 30 años menos y con
10 o 15 Km/h de velocidad punta más que nosotros. Por no dejar a Rami, decirle
que la próxima vez que pretenda dejar sin gafas a un contrario, que me avise
para que me lleve la tarjeta de mi vecino el óptico del barrio de Lucero, que
alguna comisión podré sacar y que no sea él el único que hace negocios. Cómo no decir que
reconforta ver que seguimos cultivando y conservando nuestras magníficas
relaciones con los árbitros, estén en Centro o en Latina seguimos ganándonos su
cariño incondicional cada día, costumbre y relación en la que van entrando
hasta los aparentemente más calmados, como Luis, que regaló un bonito codazo en
forma de falta de ataque a uno de nuestros rivales y se apuntó una bonita
técnica, una ronda y el odio perpetuo de uno de los niñatos del equipo
contrario (que no todo iba a ser negativo). Por seguir, hay que hablar, como siempre
que se habla de los Monsters, del Cacique (y que quede claro, donde no esté el
cacique nunca estarán los Monsters), que con un dedo tieso, con costuras en la
espalda y con algún kilo de más, sigue dominando las zonas y se desmarcó el
último sábado con un partidazo y quince puntos.
Podría seguir hablando del resto
y no acabar y, aunque escuetamente, sí quiero al menos citarlos, Manolo,
incombustible, Salvador, el renacido, Fer, el inopinado Rey de los triples a
tablero, Javi, el pagafantas o mejor dicho, pagabirras, la persona que sólo
llegó pronto a su boda y siempre se arrepintió de ello, Gus, que apareció hace
dos sábados y faltó al segundo, porque a buen seguro que tenía algún sitio
mejor donde meterse, Antonio, el abuelo de la EBA (¡qué grande eres!)… Y han faltado muchos en este recuento porque no han venido
a los partidos, pero no quiero dejar de citar a uno con el que no podré jugar
este año y al que echaremos especialmente de menos, nuestro mejor embajador,
Don Zlatan Burzic, un Monster perpetuo (vidimo se zauvek brate).
Y para cerrar un vídeo corto, que refleja como me sentí yo al sentarme a ver el partido desde el banquillo y ver sentarse a mi lado a Rami y a Cesco: